No os puedo remitir al origen de esta receta porque no lo recuerdo. Solo sé que nació de la idea de conseguir salsas realizadas en ollas superrapidas, sin líquidos y de sabor intenso gracias a la caramelización conseguida a través de bicarbonato.
Desde entonces vengo usándola con asiduidad y no me falta nunca en el frigorífico o en el congelador, ya que es un acompañamiento ideal para todo tipo de carnes, para mezclar con los jugos de las mismas, para sevir con unas patatitas cocidas, como base para otras salsas o como potenciador del sabor en los guisos. El toque que confiere a cualquier plato es extraordinario y su elaboración facilísima.
INGREDIENTES:
- 1 Kg. de cebollas
- 125 grs. de mantequilla con sal
- 5 grs. de sal
- 15 grs. de bicarbonato
- Troceamos las cebollas y las colocamos en la olla junto con el resto de ingredientes y la tenemos a fuego medio unos minutos hasta que la mantequilla se haya derretido.
- Tapamos la olla y la llevamos al punto máximo de presión (2 anillos en la WMF).
- Bajamos el fuego al mínimo para mantener dicha presión y cocinamos durante 25 minutos.
- Cuando pierda la presión, destapamos, pasamos la cebolla escurrida a una batidora y trituramos.
- No tiréis el caldo sobrante, ya que con él podeis darle a la salsa la consistencia que más os guste. A mí me gusta bastante espesita.